LA
NUBE DE OORT
El cielo está lleno de nubes. Todos lo
sabemos. A veces llueve.
El firmamento está lleno de estrellas…
y de nubes. Ejemplo: La nube de Magallanes.
La Tierra está rodeada de basura
espacial. Comunicaciones caducas y obsoletas.
El sistema solar está rodeado de una
nube esférica de escombros: La nube de Oort. Es el extrarradio del sistema
solar, el Arrabal. Chabolismo espacial. “Es como la Cañada Real pero en
Universo”, como lo explicaría Gila. (“Una muralla es como una tapia pero en
país”. Hermano Lobo.)
Allí, sus habitantes, residentes,
inmigrantes llegados de todos los confines del Universo esperan para poder
entrar a ocupar alguno de los puestos privilegiados a que da derecho pertenecer
y formar parte de un orden establecido. En la nube de Oort todo es caos. Desde
allí el aldeano que tuvo que abandonar su bella nebulosa originaria a la fuerza,
obligado por desconocidas y extrañas circunstancias, lanza su piedra, su piedra
de rayo, su meteorito y esconde la mano. Todos preguntan a coro:
-¿Quién tiró la piedra?
Y el coro, como en una tragedia griega,
responde al unísono:
-“El aldeano tiró, tiro la piedra, y no
la encontró.”
El aldeano tiró la piedra desde la nube
de Oort. Apuntó bien, a la cabeza, al Sol. Pero está lejos, muy lejos. Y es muy
difícil acertar. Haciendo un somero cálculo, calculo que el cálculo tardará
años, lustros, siglos, en llegar, dar la vuelta y volver.
Pero volverá porque existe la ley del
eterno retorno. Pasará junto al astro rey y atraído por éste y por quien sabe
cuántos otros astros más le obligarán a girarse, a modificar su trayectoria y a
volver. Nadie escapa.
Y entonces, en la nube de Oort, en los
arrabales, cuando una piedra impacte en la chabola con tejado de zinc, gata
incluida, de uno de sus habitantes sabrán que es la piedra que el aldeano tiró.
El cometa de medio o de largo periodo.
LA
PARÁBOLA
Dicen que el maestro enseñaba a sus
discípulos mediante parábolas.
¿Y dónde aprendió?
La mujer adúltera no fue la primera que
intentaron apedrear. En aquel país había mucha costumbre. Fea costumbre. De
hecho muchas perecieron antes de que el niño
sabio pudiera levantar la mano para sujetar al brazo justiciero y
asesino.
Entretanto, entre tanto cálculo lanzado
al aire, lo único que pudo hacer es aprender álgebra, trigonometría y
geometría. Durante años, en las tardes de ejecución pública, observó la
trayectoria del cálculo desde la mano del aldeano y del ciudadano de pro hasta
la frente del reo, o de la rea, y calculando, calculado… calculó que ésta era…
¡una parábola!
Repudiando aquella práctica en el fondo
de su corazón, se dijo para sí: Cuando sea maestro enseñaré con parábolas.
La parábola del sembrador fue
aprendida, copiada, del grano lanzado al aire por la mano de éste cuando por la
fuerza de la gravedad va a caer al campo arado. Si la gravedad de la Tierra no
hubiera existido ahora habría una inmensa nube de semillas enturbiando la vista
del sembrador a un metro o metro y medio por encima de la superficie del planeta
en órbita geoestacionaria. Pero afortunadamente no fue así.
Unos cayeron sobre tierra fértil, otros sobre piedra estéril, sobre cálculo inútil; otros junto al camino en la cuneta, donde olvida su chaqueta el caminero y sus calcetines llenos de agujeros negros el caminante que recorre la Vía Láctea, pero todos ellos describiendo una magnífica parábola únicamente complicada por la acción del viento inoportuno e importuno.
Unos cayeron sobre tierra fértil, otros sobre piedra estéril, sobre cálculo inútil; otros junto al camino en la cuneta, donde olvida su chaqueta el caminero y sus calcetines llenos de agujeros negros el caminante que recorre la Vía Láctea, pero todos ellos describiendo una magnífica parábola únicamente complicada por la acción del viento inoportuno e importuno.
Desde la nube de Oort las manos y las
ondas de pastores marginales lanzaban cálculos por encima de la valla en señal
de protesta por su exclusión de un mundo organizado solo y exclusivamente para disfrute
de unos quantos privilegiados. La piedra de rayo describía su bella parábola
para ser contemplada por los ojos avezados de los astrónomos y escuchada por
los finos oídos de los poetas.
Aquí hay disidencia entre ambos
colectivos. Mientras que los astrónomos afirman que es una órbita elíptica los
poetas sostienen que es una parábola.
LA
PARÁBOLA EN RELIGIÓN
En el instituto, en clase de religión,
en el siglo pasado, aprendimos también mucho acerca de las parábolas pero no
tanto por las explicaciones de la historia sagrada que nos daba Don José María
Millán, “El Chema”, sino por las que describían los pedazos de tiza que,
lanzados por nuestras diestras manos y alguna que otra siniestra, todas ellas
con siniestras intenciones, iban a impactar indistintamente en los negros
cielos con pardos nubarrones de la pizarra o los no menos oscuros de la sotana
del canónigo presbítero, dechado de sabiduría, con la que éste cubría su espigado
cuerpo, con más proporción en él de esqueleto que de carne, dibujando en ellos un
espléndido despliegue de constelaciones, osas mayores, menores, estrellas
polares, arturos, pegasos, perseidas, nebulosas y nubes de Elcano (¿o era
Magallanes?), conformando un firmamento que ni el mismo Copérnico ni Galileo llegarían
a sospechar que pudieran existir si los contemplaran.
LA
PARÁBOLA EN MATEMÁTICAS Y EN ASTRONOMÍA
Años después en la universidad de la
experiencia, en las clases de matemáticas y de astronomía la tentación de
rememorar aquellos días felices en las aulas juveniles se hizo irresistible.
Únicamente la prudencia, la astucia y la pericia adquirida con los años por los
experimentados profesores en estas lides, cuando no la cautela y el temor ante la
sutil advertencia que se escondía tras una amenaza velada, hizo que
desistiéramos finalmente de ello.
CUADRATURA
DE LA PARÁBOLA
Algunos matemáticos están empeñados en cuadrarlo todo. En esto se parecen
mucho a los economistas y a los políticos, especialmente a los políticos
economistas.
A mí, por mucho que me empeño, las cuentas no me cuadran pero ellos no sé
cómo lo hacen pero siempre lo consiguen.
Los matemáticos empezaron cuadrando el triángulo, el rectángulo, el
rombo, los dos rombos de la tele de los años sesenta del siglo pasado, el
cuadrilátero, el trapecio de Pinito del Oro y por fin el círculo. Hubo algún
osado espabilado que hasta se atrevió a cuadrar el cuadrado y quiso patentarlo.
Y hasta algún astrólogo adivino, embustero y bailarín, que pretendió cuadrar el
oráculo.
Allí estaba, sin embargo, vigilante, Luca Pacioli, que mientras preparaba la exacta proporción para su Divina Pócima, advertía al igual que el gendarme Pepito Grillo, del peligro de apuntarse a la lista de beneficiarios de la SGAE sin haber hecho mérito suficiente:
Allí estaba, sin embargo, vigilante, Luca Pacioli, que mientras preparaba la exacta proporción para su Divina Pócima, advertía al igual que el gendarme Pepito Grillo, del peligro de apuntarse a la lista de beneficiarios de la SGAE sin haber hecho mérito suficiente:
“…
Vuestra Alteza dijo, con sus áureas y melifluas palabras, que es
digno
de grandísima consideración de Dios y del mundo aquel que,
estando
dotado de alguna virtud, la comunica a los demás de buen
grado,
cosa que es caridad para con el prójimo y alabanza y honor
para él mismo, imitando el sagrado dicho “quod ne sine figmento
didice
et sine invidia libenter comunico…”
Hubo
un matemático, Arquímedes, que demostró, utilizando la suma infinita, que la
cuadratura de un segmento de parábola era posible, en Siracusa. Teniendo en
cuenta la infinitud de la suma, ésta la realizó en relativamente poco tiempo y
sin apenas fatigarse. Éste es otro de los muchos beneficios del clima
mediterráneo.
“En
la figura siguiente, si la cuerda se desplaza paralelamente acaba siendo
tangente
a la parábola en el vértice opuesto del triángulo. Si el área del triángulo es T y el área del segmento de parábola es P,
entonces se verifica la relación:
P = 4/3 T
Esto
lo demostró Arquímedes utilizando la suma infinita
La cuadratura de un segmento de parábola es posible.”
LA
PARÁBOLA EN EL JUEGO
El crupier tramposo lanza su carta en
dirección al jugador que pide otra más con dos movimientos muy precisos: Uno es
de rotación, circular, y el otro es de traslación. Éste último, sin embargo,
está sometido a la influencia de la gravedad, fuerza que el crupier conoce, y sabe
que dibujará en el aire una delicada parábola, apenas perceptible pero existente,
por efecto de esta fuerza y por el efecto giroscópico del movimiento de
rotación de la misma. Años de práctica y cálculo hacen que el aterrizaje de la
misma sea preciso y perfecto ante la mano del jugador ludópata.
LA
PARÁBOLA EN LA ANTIGÚEDAD
Aparte de Arquímedes que demostrado
está más arriba que ya la conocía se sabe que otros pueblos la conocían a la
perfección. Uno de ellos es el de las amazonas cuyo único impedimento para que
donde ponían el ojo pusieran la flecha era aquella parte de su cuerpo donde el
enemigo al cual se enfrentaban ponía primero el ojo.
Cuando decidieron extirparse ese punto
de mira por el estorbo que ello suponía para una guerrera, el ejército enemigo
despertó de su letargo y se dedicó a lo que tenía que dedicarse: a pelear. Aquella
fue la verdadera causa de su extinción. Cualquier otra teoría que se diga o
esté escrita en los libros de historia es falsa. Ya se sabe que la historia la redactan
siempre los vencedores a su conveniencia.
En modo alguno podían admitir aquellos
bravos guerreros vencedores que durante un tiempo estuvieron a merced de quienes
pudieron haberles derrotado y humillado y sin embargo no llegaron nunca a
hacerlo. En su inconsciente, sin
embargo, quedó grabada, y también en sus genes, la nada descabellada posibilidad
de que el éxito en la batalla que les encumbró al poder pudo haberles hundido
de la misma manera en el más absoluto de los fracasos. Será por eso quizás que
una de sus primordiales tareas es no dejarles levantar cabeza desde entonces.
Por lo que pudiera pasar…
LA
PARÁBOLA EN LA MITOLOGÍA Y EN EL OLIMPO
No fueron únicamente las flechas de las
amazonas las que dibujaban parábolas en el horizonte. Diana, la cazadora,
también dominaba la técnica tanto o más que las guerreras mortales. Y junto a
ella, un niño con alas de querubín, un angelito, Cupido, antes de hacerse
adolescente primero y después hombre, muy hombre, y cambiarse el nombre por el
de Eros, practicaba con su arco disparando a los corazones de los candidatos a
enamorado y, de vez en cuando haciendo diana en el corazón de Diana.
Cuando dejó de ser niño olvidó su arco
y su carcaj y se dedicó en alma y cuerpo al rescate de Psique, su doncella
cautiva.
Sísifo fue otro de los que no se
cansaron nunca, y aún sigue ahí al pie del monte, o madia ladera, dispuesto a
iniciar de nuevo su ascensión hacia la cumbre, de dibujar parábolas, una tras otra, cuando su cálculo,
el que lleva al hombro para elevar unos centímetros la cota de la cumbre, y su
cálculo le falla, das un traspiés y se le cae rodando y rebotando contra otros
cálculos incrustados sobresalientes de la ladera.
Traspiés tras traspiés, caída tras
caída, contemplando la maravillosa parábola compuesta trazada en el aire por su
cálculo le hacen merecedor de algunas líneas en los textos de la matemática
igual que disfruta de ellos en los de la literatura.
OTRAS
PARÁBOLAS
La frustración por no haber sido capaz
por falta de osadía de lanzar mis pedazos de tiza a la camisa del profesor me
acompañará siempre. No pude hacerlo de niño estudiante y me siento incapaz de
hacerlo ahora, de estudiante vetusto (ganas no me faltan). Es uno de esos actos
insuperados que crean complejo y se instalan en tu personalidad convirtiéndose
en un lastre que te marca para el resto de tu vida. No sé cuánto me queda de este
resto pero me gustaría vivirlo sin complejos ni traumas. Esperaba superarlo
cuando me apunté a las aulas de la Universidad de la Experiencia. Me apunté, y
alguna tarde sí que apunté bien, con el lápiz y con la tiza. Los apuntes que
tomé con el lápiz sí que me han servido, y mucho, pero el de la tiza… En fin,
autraño será…
Por eso me he ido a las barracas. Hay
una que me atrae sobremanera: los monitos de feria. Son tres: están puestos en
un estante. Tienen cara de inteligentes. Parece profesores. Al menos, te miran
como si lo fueran. Te da el barraquero tres pelotas de trapo y tienes que
derribarlos con tu propia parábola, la que traza y ejecuta tu brazo vengador.
Si los derribas tienes premio; si no vuelta a empezar.
Es difícil acertar. Tiene su trampa y
su truco. Los tres trapos tienen su centro de gravedad lejos del punto donde geométricamente
debería estar, lo que hace que su trayectoria no sea una simple parábola
afectada únicamente por la ley de la gravedad. Hace un movimiento extraño, como
una rara combinación de cicloide y espiral cuya fórmula desconozco. O como la
de un punto situado en el borde exterior del tornillo de Arquímedes. Debería
pedir ayuda a algún preclaro y docto profesor de matemáticas o de astronomía… o a mi amigo Antonio… Nunca
aciertas.
Ya me lo decía mi madre: “No tires
piedras a tu propio tejado”. Era amante de los refranes pero no de las
parábolas. Jamás le hice caso. Así me va como me va. Otra parábola de la vida.
Bella parábola. Ésta sí me cuadra. Como a Arquímedes.
¿O es una metáfora?